sábado, 18 de febrero de 2017

La viruela y su impacto social



Se puede decir que la viruela ha diezmado a la población en muchas partes del mundo desde que tenemos evidencias hacia el siglo V antes de Cristo. Su introducción durante la colonización de las Américas fue la mayor causa de mortandad en la población indígena. Finalmente a través de un programa de vacunación masivo se consiguió erradicar dicha enfermedad. Fue en 1980 cuando la OMS decretó la erradicación de la viruela, que se puede considerar como uno de los mayores hitos de la historia de nuestra civilización, al ser la primera enfermedad infecciosa que el ser humano ha conseguido eliminar en nuestro planeta.
La viruela es una enfermedad infecciosa que se adquiere por contacto directo y por vías respiratorias, provocando lesiones típicas de ulceración en la piel entre los días 17 a 32 referidas como mácula, pápula, vesícula, pústula, y costra, afectando a la cara, extremidades y tronco. La palabra viruela viene del latín cuyo significado es “manchado”, por los abultamientos que aparecen en la piel. La mortalidad va en función del grado de extensión de la infección, siendo muy alta (30-40%) cuando hay diseminación generalizada en distintos órganos. ¿Pero quién la causa? La identificación del agente causal de la enfermedad, el virus de la viruela, no fue hasta comienzos del siglo 20 mediante métodos de microscopía electrónica. Estudios posteriores sobre éste virus demuestran que pertenece a la familia de Poxvirus, género Orthopoxvirus, siendo uno de los más representativos de dicha familia y mejor caracterizados el virus Vaccinia, que en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC hemos definido su ultraestructura, con la mayor resolución obtenida hasta el momento. Nos demuestra que el virus tiene unos 360 x 270 x 250 nanómetros de tamaño, cubierto por una membrana lipídica en cuyo interior (nucleoide) se encuentra una molécula de ADN que lleva la información genética capaz de codificar por unas 200 distintas proteínas. Son estas proteínas las que confieren el poder replicativo del virus y capacidad destructiva de la célula infectada.
La viruela era una plaga infecciosa muy temida que azotaba fundamentalmente a Europa y América, y para la que no había tratamiento ni forma de prevenirla. Estaba causada por el Variola virus, aunque en aquella época no se sabía.
El nombre de  viruela proviene del latín "varius" (de variado o variopinto), y se refiere a los abultamientos que aparecen en la cara y en el cuerpo de una persona infectada. La infección provocaba gran mortandad y los supervivientes quedaban marcados de por vida. 
Edward Jenner observó que las vacas padecían una enfermedad llamada Vaccina o viruela de las vacas, que produce erupciones en las ubres semejantes a las que produce la viruela humana.
En ocasiones, contagiaban la enfermedad a las lecheras, en las que aparecían pústulas en las manos. Por fortuna, era una dolencia de carácter benigno y los afectados no tardaban en recuperarse con muy pocas secuelas.
Pero lo que verdaderamente llamó la atención de Jenner fue que estas personas se volvían inmunes contra la viruela humana.
Experimentos con la vacuna
Edward Jenner decidió probar ese conocimiento empírico y tuvo la idea de inocular a una persona sana con la viruela de las vacas para conferirle inmunidad frente a la terrible enfermedad.
El 14 de mayo de 1796 extrajo pus de una pústula de la mano de Sarah Nelmes, una ordeñadora que había contraído la viruela de su vaca lechera, y lo inoculó a un saludable niño de 8 años llamado James Phipps.  
El pequeño desarrolló una leve enfermedad entre el 7º y el 9º día. Se formó una vesícula en los puntos de inoculación, que desapareció sin la menor complicación. El 1 de julio, inoculó al niño con la temida viruela, pero no enfermó.
Jenner envió un informe a la Royal Society de Londres, que lo rechazó. En 1798 publicó a sus expensas el libro “Investigación acerca de las causas y efectos de la viruela vacuna” y comenzó una campaña en pro de su “vacuna”, que fue muy discutida.
Los científicos de la época, e incluso la Asociación Médica de Londres, se opusieron al tratamiento de Jenner y, en muchas ocasiones realizaron críticas violentas e injuriosas. Incluso desde los púlpitos se predicaba que la vacuna era una acción anticristiana.
Finalmente, su vacunación acabó imponiéndose, aunque hoy en día sus métodos de experimentación serían inaceptables por contravenir los principios de la ética médica.

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